martes, 21 de agosto de 2012

Progresó


Progresó

Lo miraba y me parecía que era, pero no podía ser…Si, es, pensé y encaré hacia la esquina. Cuando me acercaba, a él también se le empezó a dibujar una sonrisa en la cara, seguramente idéntica a la que llevaba yo.
-Hueso!!!- le grité a diez metros de donde estaba.
-Que hacés, Negro!- me dijo mientras nos abrazábamos emocionados. Seguramente en ese abrazo resumimos 30 y pico de años de conocernos, compartir alguna convivencia veraniega; deambular por las noches de la Costa sin un mango; prestarnos alguna pilcha; convidarnos algún sánguche por que la lija de uno no estaba acompañada debidamente por la situación económica de ese momento.
-¿Que estás haciendo acá, boludo?- le pregunto, imaginando su respuesta.
Él había decidido hace unos años buscarse la vida con su familia lejos del barrio, y verlo en una esquina, la del Club, exactamente el corazón del mismo, era volver a vernos años atrás, aunque más viejos y tranquilos.
-De paseo, nada más. Visitando a la familia- me dijo, apoyando la mano en mi hombro con cariño, seguramente con la sensación de estar recuperando algo.-Qué cambiado está todo, como progresó el barrio- dice mientras revolea los ojos por asfaltos que desconoce, nuevas edificaciones que lo asombran, y pibas que pasan y qué, piensa, eran bebés o no existían cuando él se fue.
Y vino la pregunta obvia:-Ché, ¿Y los pibes?-
Y yo pienso para mí.- ¿Por dónde arranco? ¿Le cuento de todos y cada uno?¿Le cuento de los que les fue bien?¿Le cuento de los que les fue mal?¿Le digo sobre los que ya no están?-
Creo que esa duda momentánea, hace que el enfrente la conversación desde las preguntas, quizás adivinando mi incertidumbre por lo amplio de su pregunta.
-¿Y el Gordo, salió?- me dice y espera.
-Sí. Pero falleció. ¿No te enteraste?- digo ya conmovido por el rumbo inevitable de la charla.
-No me digas, boludo…Y si, era cantado. ¿Y los pibes del Club? El Tobi, Chompón, Jairo, Juani, Pelé…- pregunta esperando que en la variedad de personajes, la pegue con alguno que le haya ido bien.
-La mitad guardado. Juani y Pelé palmaron, chocaron con la moto del Boli. El único al que veo es a Chompón, ahí anda…- le aclaro sin aclarar demasiado.
-No me digas, y yo ni me enteré de nada…¿Y las pibas? Me imagino que les fue mejor.-
-Bueno imagino por quién preguntás- le digo, porque a pesar de la diferencia de edad, casi todos los pibes tuvimos una novia en común. Pero con ella no, no hubo otro que se le anime más que él. Bueno, varios se le animaron, pero del barrio, no le pasó cabida a nadie. La experiencia que tuvo con Hueso, la había marcado con los pibes del barrio. Nunca supimos si había sido buena, y no quería joderlo, o era tan malo que jamás se le ocurrió intentarlo con otro…
-Las otras pibas se casaron, están embrolladas con maridos que ni conocen, con hijos que no planearon, con laburos que no les gustan y peleando día a día con espejos y fechas de nacimiento. En cambio La Negra vive como siempre. Y creo que es feliz, como ninguno de los que conozco.-
Y creí que eso lo iba a poner contento, al fin una buena noticia.
Pero no, su cara se transformó. De golpe, 20, 30 años se le subieron al lomo. Empecé a notar las arrugas que no había notado. Un rictus amargo le signaba la boca. Se le apagaron los ojos, que hasta hace segundos estaban soportando con emoción todas las pálidas que le estaba tirando con mi charla. Lo arruiné, en un segundo lo liquidé.
Un segundo, treinta segundos después, reaccionó. Me miró, me apretó el hombro con la mano que con aprecio hasta ese momento me estaba apoyando con aprecio, con estima. Y largó:
-¿Sabés que me cagaste el paseo, el descanso, el disfrute del progreso de este barrio que sigo sintiendo como mío? Chau, Negro. Espero no volver a verte más.- Y se fue sin saludarme.
Entonces comprendí algo que escuché cierta vez, y que no creía que fuese cierto. “La gente quiere verte bien. Pero nunca mejor que ellos.”
Y pensé para mí, porque el Hueso ya se había ido:
 -¿Sabés qué Hueso? Andate a la puta que te re parió…-



“Envidia, envidia que me condena
a vivir con esta pena,
porque no hay mayor dolor
que la envidia por amor.”
“Envidia”, Tango de Francisco Canaro. Letra : Amadori / Castillo

6 comentarios:

  1. ...ja...que loco no necesitar demasiada descripción porque la mente arma sola el paisaje y los personajews...lindo texto Negro, merecida puteada. Sabrina

    ResponderEliminar
  2. Bueno, me alegra que me ayudes imaginando los escenarios.Gracias!!!

    ResponderEliminar
  3. buenisimo negro ,la verdad me gusto mucho segui escribiendo que lo haces muy bien ,te felicito ,,,,y hueso ( anda a puta que te pario ) ja ja un abrazo ,,,ruben

    ResponderEliminar
  4. Grande Ruben !!! a veces, las puteadas son insustituibles...JA!Abrazo, muchas
    gracias por pasar y comentar.

    ResponderEliminar
  5. ¡Qué relato amigo! Por un momento sentí alguna emoción al saber de la suerte corrida por las amistades en común de aquellos dos viejos amigos que vuelven a cruzarse en la esquina del barrio.
    Pero claro, una cosa es apreciar esos destinos desde una perspectiva casi de igualdad y otra es anhelar que todos esten guardados, bajo tierra o apenas arrastrándose sobre ella.

    Cada tanto la luz ilumina la existencia y descubrimos que aquel que fue un gran tipo y un amigo, ahora sólo es un miserable más, de esos que abundan tanto en la vida. Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El tiempo no cambia a nadie, pero a algunas personas logra vencerlas. Y desde esa resignación de ser otro derrotado más, busca compañía en sus miserias,para no sentirse tan solo.Gracias por pasar y aportar tu comentario Edu, siempre valorable.Abrazo!

      Eliminar

Muchas gracias por comentar!!!Espero que mis ganas de escribir coincidan con tus ganas de leer.Si te gustó, compartilo.Y si no,también.