Asesino
Ya veré que
hacer con sus restos cuando vengan a reclamarme por él. Pero no soportaba más.
Ya no
soportaba que se refugie en el arte en todas sus formas, para escaparle a la
realidad que nos agobia. La música no es
más que el arte de combinar los sonidos. Los cuadros no son más que la
dispersión de colores sobre un lienzo muerto. La literatura es la expresión de
pobres tipos que tratan de vivir una vida para la que no están habilitados por
falta de talento, por ausencia de valentía, por escases de coraje para animarse
a ser quiénes queremos ser. El teatro, la impostura en su expresión más pobre,
con ridículas representaciones ya no sólo de personajes, si no también de
épocas que no viviremos por llegar tarde, o por no llegar.
La amistad que
promovía también me exasperaba. Confiar en gente, conociendo la naturaleza de
la gente. Una ilusoria esperanza, tratar de encontrar pares en este
individualismo que nos señala, y nos marca. Grupos en los cuáles todos se
envidian, desde las parejas hasta la posición social. De la vestimenta, por
diferente, o porque se imitan; hasta los autos, y motos, y toda referencia que
indique la prosperidad económica. La única bonanza que hoy me importa.
Y jugar,
siempre jugar. Insoportable. Creer que unos tipos juegan por uno, haciéndose
problemas por multimillonarios que dicen representar los colores de los que nos
hicimos fanáticos en la absurda y lejana niñez. Y endiosar a un tipo de
pantaloncitos cortos, por un gol contra quienes juegan defendiendo al equipo
que representa deportivamente a la liga atlética que se desarrolla en el país
que nos oprime como una eterna potencia que abusa de aquellos países que están
condenados a la sumisión. Todo desde el más absoluto romanticismo, con esa
intolerable comunión solidaria de sentirse parte de algo colectivo.
Y los horarios cruzados. Una persona debe dormir de noche y vivir de día. ¿Qué puede haber de interesante en la oscuridad de la noche?¿Qué charla trasnochada, incluso influida por alguna sustancia non sancta (otra de las cuestiones intolerables que solía experimentar en su derrotero nocturno), puede ser tan interesante que no permita el correcto descanso?¿ qué persona puede aportarnos algo en esas condiciones? Filosofía barata, de bar, de esquina, de los raspados de la olla. Como quedarse a escuchar un absurdo programa radial, o leer… ¡Leer! ¿Para qué? Vidas inventadas, lejísimos de la realidad diaria.
Y los horarios cruzados. Una persona debe dormir de noche y vivir de día. ¿Qué puede haber de interesante en la oscuridad de la noche?¿Qué charla trasnochada, incluso influida por alguna sustancia non sancta (otra de las cuestiones intolerables que solía experimentar en su derrotero nocturno), puede ser tan interesante que no permita el correcto descanso?¿ qué persona puede aportarnos algo en esas condiciones? Filosofía barata, de bar, de esquina, de los raspados de la olla. Como quedarse a escuchar un absurdo programa radial, o leer… ¡Leer! ¿Para qué? Vidas inventadas, lejísimos de la realidad diaria.
Y lo peor,
el amor. Entregarse sin medir consecuencias, aún a gente que jamás nos
concederá su amor. Enamorarse porque sí, solo porque es la mujer más linda que
jamás encontraremos. Por gusto, digamos, aún siendo una mujer que no estará
atenta a nuestras necesidades. Esas que anteponen su vida, que incluye
actividades laborales, artísticas e incluso sus hijos a la atención de su hombre. Enamorarse y ser tan sensible que
se exponen, quedando en evidencia ante propios y extraños, siendo el
hazmerreir cuando ellas se van con
alguien mejor, que por supuesto siempre es otro. Y llorar cuando sucede… Impresentable!
Llorar por los rincones, por las esquinas. En público y en privado. A gritos o
sollozando, como en el poema de Girondo. Llorar, una vergüenza.
Entenderán
entonces por qué lo maté. Ya no lo necesitaba conmigo. Es más, urgía quitármelo
de encima, desprenderme de él de una vez y racionalizar mi simple vida, que él
siempre se encargaba de volver un posible sueño, un inminente vuelo.
Y entonces
empecé: Con el puñal de la responsabilidad y la rutina, lo cosí a puntazos. Con
la escopeta de la seriedad y la desconfianza, lo agujereé de lado a lado, con
el hueco de salida más grande que el de entrada. Lo pateé en el piso, porque se
empeñaba en seguir respirando, aferrado como todos ellos a la vida, que amaba
con devoción. Como a Rasputín, no conforme con todo lo anterior, lo terminé arrojando
en las congeladas aguas de la nostalgia y la melancolía, en la congelante
sensibilidad de los ilusos. Y creo que fue suficiente, ya tendrá en un futuro
una autopsia oficial, la que yo refrendaré con mi declaración imperturbable
sobre lo que recordaré de él.
Ustedes
comprenderán, entonces, que el joven que vivía en mi haya sido asesinado en
defensa propia. Yo solo quiero vivir tranquilo.
"La tragedia de la
vejez no es que uno sea viejo, sino que una vez fue joven".
Oscar Wilde, “El Retrato de
Dorian Gray”
ME RE GUSTO (MATEO)
ResponderEliminarBueno Mateo, la verdad que pocas cosas me conmueven tanto como tus comentarios.Besos, y espero que pases siempre a comentar.
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