lunes, 3 de diciembre de 2012

Encontrar


Encontrar


Algo me oprimía el pecho, estaba acostado desde hacía horas pero no podía dormir. La espalda contra el piso frío, sin el parquet ya, solo sobre una inclemente carpeta de cemento. Mirando el techo, despojado del cielorraso que metódicamente había quitado el día anterior, trataba de encontrar algún resquicio que pudiese contener lo que buscaba.
Se hacía más difícil manejarme con esa linterna, ya que en mi desesperación, interrumpí el suministro eléctrico para desprender toda la instalación y revisar sus caños, sus cables, sus bocas. Bueno, no estaba para ese tipo de análisis tan racionales. Supongo que era de noche, porque al desmontar las ventanas que dan a los balcones y al pulmón interno del edificio, para tratar de desarmarlas y ver si allí había algo, logré que  la luz externa sea otra de mis fuentes lumínicas, pero en este momento no me ayudaban nada. Así que supongo que era de noche, o anochecía. Sólo la puerta que da al pasillo estaba todavía intacta, porque me aterraba la idea de que alguien me encontrase y me obligase a salir en esas condiciones.
La habitación y la pequeña cocina fue lo primero que escruté detenidamente, cuando me convencí  de que no saldría sin localizarlos. Así, el colchón (obviamente, siempre se empieza por reventar  el colchón en cualquier búsqueda desesperada); las almohadas; el pequeño placard, con  todo lo que contenía; la cama, sus patas y respaldar; la inútil mesa de luz, la lámpara que la adornaba. Todo fue escudriñado detalladamente, y una vez comprobado su vacío, revoleadas hacia el patio común, para que no moleste en la tarea a efectuar. Más complicado fue en la cocina, mi pequeño mundo. Desmontar la heladera, con todo lo que contenía. El aparador, con víveres y recuerdos familiares; la mesa y las dos sillas. La tv, la pc, el equipo de audio. Todos los objetos confortables que había acumulado con el esclavizante trabajo que tenía, que por otra parte tuve que abandonar toda esta semana como consecuencia de esta exploración, fueron debidamente desarmados, revisados y despedidos por la ventana de mi minúsculo y ahora sí, casi desierto departamento.
El baño fue sencillo, desde que ella se me fue hace unos meses, nunca repuse nada. Dos frascos, algunos potes, unas botellas. Desprender el inodoro y la grifería de la ducha, el espejo y no mucho más. Todo debidamente echado a la pila que el patio seguía acumulando, como rastro indisoluble de la frenética revisión.
Creo que a los vecinos le estaba molestando, porque los golpes en mi puerta y los murmullos en el pasillo fueron primero leves; después más insistentes y ahora se escuchaban casi resignados. Sólo el teléfono móvil a mano, mi única conexión con lo externo. Con el avisé al trabajo que no podía asistir porque no estaba en condiciones de salir. Seguro suponen que es por ella.  Con el llamé a ella diciéndole que sería bueno que me venga a acompañar y a ayudar, que seguramente tendría alguna pista, rastro o huella de lo que me urgía encontrar.  Seguro supuso que era por ella.
No me animé a llamar a ninguno de mis amigos, incluso me negué a atender algún llamado mientras examinaba y proseguía con mi trabajo. No podía permitirme distracción alguna. “Apenas pueda te llamo”, fue el mensaje que dejé en mi contestador para que jefes, amigos, acreedores y dealers supiesen que estaba demasiado ocupado como para atenderlos. Todos ellos supongo que piensan que es por ella. No importa, son unos obsesos de mierda.
Así que, bueno. Perdí ya demasiado tiempo recordando todo esto, debería continuar. Me quedan los zócalos y las baldosas del baño, ya que el resto de los pisos fue removido, con la consiguiente limpieza. Sin persianas ya, sin cielorrasos. Lo tengo que encontrar, es ineludible para poder continuar mi vida.
Lo que busco debe andar por acá, no puede estar muy lejos. Ya voy a saber qué es lo que estoy buscando, y va a ser todo mucho más fácil.


No sé lo que quiero, pero lo quiero ya, 
no sé lo que quiero, pero lo quiero ya, 
No sé!”
Lo quiero ya, Luca Prodan, Sumo 


12 comentarios:

  1. ¡Qué locura! Muy bueno (Verónica Albornoz)

    ResponderEliminar
  2. ME ENCANTO! ES MUY YO, SUELO SER ASI SIEMPRE.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, puedo decir que te creo Piti...Gracias por comentar, y por todo.Besos!!!

      Eliminar
  3. Gracias Vero!!!Es muy agradable que comentes acá, es más permanente que la locura periódica de Facebook.Besos!

    ResponderEliminar
  4. En verdad... no se lo que quiero, pero lo qiero ya. No se!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parece que vos si sabés lo que querés...Por suerte!Abrazo Dami!

      Eliminar
  5. que loca y verdadera historia la q tenemos aveces...te agradesco primo!!!

    ResponderEliminar
  6. Gracias a vos Araña!!!Es muy bueno que comenten acá, le da vida al blog, y es muy estimulante, más allá de lo que se escriba.Abrazo!

    ResponderEliminar
  7. muy buenas tus historias!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias! Me gustaría que firmases el comentario, así puedo ser más específico en el agradecimiento. Saludos!Te espero en las próximas entradas.

      Eliminar
  8. Me gusta leer o que escribi pá,cuando lo encuentro en el inicio del face,porque no sé donde buscarlo...JA! te amo gordito,segui escribiendo,que esta bueno!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias mi amor, aunque no es tan difícil encontrarlo: Aceptame como amigo en Fcbk y te etiqueto...Ja!Te amo Javi!

      Eliminar

Muchas gracias por comentar!!!Espero que mis ganas de escribir coincidan con tus ganas de leer.Si te gustó, compartilo.Y si no,también.